domingo, 5 de diciembre de 2010

EL VALOR DE SER HUMANO


En estos tiempos donde el siglo XXI no parece ser tal y nuestra evolución como especie depende de un hilo de fe en el ser humano, se hace imprescindible hablar claro. Pero mejor aún, hacer, actuar conforme a lo que se habla.

Hartos de demagogia intelectual, incluso la de más alto nivel, el ciudadano de buena fe no sabe ya a que atenerse. Las contradicciones que nos asisten parecen haberse convertido en lo normal. “Aprender a vivir con nuestras contradicciones” nos dicen algunos. Sin embargo, lo deseable es solucionar esas contradicciones y aclararnos. Ir por la vida diciendo lo injusto, las malvadas acciones de otros , la importancia del dinero que olvida al ser humano…, y a continuación usar esos mismos argumentos para obtener el preciado metal, es poco más que un fraude. Si alguien quiere ayudar a despertar conciencias, no puede cobrar por ello lucrándose de la ignorancia de otros. Esta manera de actuar no es más que una forma de vivir que no dista de lo que tan vehementemente critica aquél que nos recuerda o que nos coloca frente a frente con nuestra moral y nuestra ética.

Cuántos en estos tiempos han salido con la ansiedad de explicar que estamos dormidos pero cobrando por esa información: Cursos, terapias, libros, reuniones, seminarios, maestros que surgen como setas , falsos brujos, chamanes de Hollywood y que sé yo cuántos personajes más que se nutren de un negocio próspero donde aparecen enganchados más de uno y de dos. La necesidad de fe, de confianza en nosotros, el que nos insuflen energía positiva aunque sea pagada, el que nos aporte un poco de esperanza en que todo puede arreglarse, en definitiva un poco de amor ante tanta indiferencia, nos hacen mendigos de cariño y de un poco de comprensión.

Se acude al psicólogo o psiquiatra para que nos de una clave para vivir sin la depresión y angustia que nos ahoga, pero tampoco parece que seamos capaces de salir de nuestra crisis. Medicamentos y barbitúricos de toda índole quieren ser la panacea a los problemas. Cada vez vivimos en una sociedad más enferma y débil, incapaz de enfrentarse con su verdad, quizá por preferir un mundo lleno de mentiras, de apariencia.

Empezar por nosotros mismos es la primera asignatura a superar. Actuar y no reaccionar ante los acontecimientos, ser protagonistas y no meros espectadores, exigir responsabilidad a los culpables cuando los haya. Llamo a la revolución individual a la revolución de todos y cada uno de nosotros a no consentir ni una maldad. Pero qué difícil es esto, cuánto valor se necesita!, es más fácil hablar de la vulneración de los derechos que proteger el nuestro y el de nuestro prójimo más cercano. Somos capaces de sentir rabia por las injusticias que se cometen a kilómetros de distancia de nosotros, pero ni nos inmutamos cuando ésta la sufre el que está a nuestro lado. Las contradicciones se descubren en el actuar diario, somos capaces de callarnos y no mover ni un sólo dedo por temor a perder nuestra próspera vida, aunque estemos viviendo y siendo testigos directos de la maldad y el abuso que se está cometiendo con nuestro compañero de trabajo, con nuestro amigo, con el ser más cercano, con nuestro prójimo al que decimos que queremos. Justificamos que no tenemos opción, que sólo podemos mirar hacia otro lado ante los atropellos que se cometen a nuestro alrededor y el “sistema” creado por todos, nos va haciendo cada vez más depredador, más hipócrita, que se alivia con poder hablar de las injusticias, de lo mal que está todo, de la maldad que cometen otros sin saber que todo parte de uno, que uno más uno son dos y otro más son tres.

Cada uno en nuestro metro cuadrado hemos de tener el valor de romper con la farsa en la que estamos inmersos. Cada uno en nuestro espacio puede hacer posible que por la maldad que se cometa se castigue al culpable, que cada abuso de poder que se realice hacia otro ser, se vea frenado por alguien que no lo permita y proteger al que no puede luchar sólo estando a su lado. Impedir aquellos que campan a sus anchas ejerciendo el mal porque nadie tiene valor para pararlo. No es cuestión de que todo esto se frene con violencia, es más, está no es ni siquiera necesaria, sólo hace falta el valor del ser humano capaz de actuar como humano, con su miedo pero sin ser un cobarde, con la confianza que por encima de todo mal ha de reinar el bien…, pero claro eso es de ingenuos.

4 comentarios:

  1. ¡Cómo disfruto leyéndote Bellita!

    ResponderEliminar
  2. El valor de lo humano en una ´epoca de cobardes.
    Bella, magnifica entrada. Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar
  3. Feliz aniversario y mis felicitaciones por este broche de oro que abre y cierra tu blog de oro : con un abrazo (mucho amor).

    ResponderEliminar
  4. Hola Bella, después de leer tu pensamiento sobre la situación social que atravesamos,coincido contigo en que aunque algunos se empeñen en hacernos creer que la crisis es económica, obviando la crisis del individuo como ser crítico, digno y de principios, claro que estos valores van en contra del sistema económico donde nos encontramos, cargado de fraude, corrupción e hipocresía.
    Por ello te animo a que sigas emitiendo estos artículos que nos recuerda que en el fondo somos personas y no máquina.

    ResponderEliminar